12/7/07

Protestas y movilizaciones - Lauer

El dia de ayer se inicio la jornada de huelga general en varios puntos del pais. Va la columna de M. Lauer publicada en la Republica.


Los idus de Julio.
Mirko Lauer.

"Las movilizaciones de julio son un claro recordaris de que la protesta llamada anti-sistema expresada en la votación del 2006 sigue allí, aunque sus dirigentes electorales hayan perdido vigencia. No solo coinciden con el primer año del gobierno de Alan García. También conmemora un aniversario del susto que llevó a la extrema derecha a votar por García.
Cuando al ganar García anunció que también iba a gobernar para quienes no votaron por él, cada uno oyó lo que quiso. Pues ni los más descontentos ni los mejor comidos habían votado por él. Pronto se hizo evidente que fueron los desesperados por frenar lo que representaba Ollanta Humala quienes dieron a García el estrecho margen de triunfo.
Un año más tarde García tiene que sacar tropa a las calles para equilibrar las fuerzas. La medida es sensata en vista del clima vandálico en algunas de las movilizaciones, pero políticamente costosa. Sobre todo porque apunta a un debilitamiento del método protesta-mesa de diálogo-todos contentos por un tiempo.
Debemos suponer que el gobierno no piensa resolver el mosaico de movilizaciones por la fuerza, que las mesas de diálogo van a reaparecer apenas el primer impulso catártico de las masas movilizadas se calme. De hecho algunas de las protestas han sido suspendidas, postergadas o moderadas, señal de que hay amplios márgenes para la negociación.
No hay ni remotamente una plataforma común a todas las movilizaciones. Pero si la del paro de la CGTP significa algo, el sentimiento de protesta tiene aspectos puntuales, pero es esencialmente difuso. Un buen ejemplo es el reclamo de que García cumpla sus promesas electorales, lo cual puede querer decir mucho o cualquier cosa.
Dos sentimientos parecen funcionar como comunes denominadores de este viento de fronda en julio: que una esencial injusticia subyace a la buena marcha macroeconómica del país y que el Estado central arrastra los pies en la solución de problemas locales. Temas ambos que ya tienen decenio y medio en la conciencia popular peruana.
No son convicciones que el gobierno puede modificar con facilidad. Quizás un blitz de inversión pública a lo largo del año hubiera podido mitigar el segundo común denominador, aunque no es seguro: la obra en los predios del vecino no calma, sino más bien excita, el impulso al reclamo. En parte es lo que viene sucediendo.
¿Afectarán las protestas la política económica? Es probable que lo hagan, por la vía indirecta de un golpe de timón administrativo en la aceleración del gasto fiscal. Pero quizás también afecten la política a secas, puesto que el sistema de complacer a la derecha marginando a la izquierda simplemente no está funcionando. "

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