García Canclini, Néstor. (2004). Diferentes, Desiguales y Desconectados. Mapas de la interculturalidad. Ed. Gedisa. Barcelona.
El presente documento tiene como objetivo central presentar de manera breve, y por lo tanto parcial, los principales argumentos presentes en el libro “Diferentes, Desiguales y Desconectados” de García Canclini . Este libro se presenta como un recorrido a través de los distintos aspectos que constituyen lo que el autor denomina “mapas de la interculturalidad” . En este sentido, es posible identificar el argumento central que recorre el conjunto del texto, el cual es la búsqueda de los espacios de intersección entre los enfoques que tratan la desigualdad, diferencia y desconexión con el fin de elaborar nuevos objetos de estudio y metodologías dentro del marco de las transformaciones y efectos producto del proceso globalizador.
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Es decir, la globalización y los cambios producidos en los últimos 15 años han “desfigurado” el paisaje social y obligan a las disciplinas académicas ha redefinir sus marcos de elaboración, producción e investigación. Este espacio de intersecciones esta constituido por la noción de interculturalidad, la cual implica “que los diferentes son lo que son en relaciones de negociación, conflicto y préstamo recíprocos” (2004: 15), “o sea la abundancia de opciones simbólicas, propicia enriquecimientos y fusiones, innovaciones estilísticas tomando prestado de muchas partes” (2004: 22). Esta noción busca presentarse como una solución a la exaltación indiscriminada de la fragmentación y el nomadismo, las cuales constituyen rasgos del pensamiento teórico posmoderno. De esta manera, la propuesta del autor se enmarca dentro de una perspectiva intercultural, la cual tiene a su favor el que “proporciona ventajas epistemológicas y de equilibrio descriptivo e interpretativo, lleva a concebir las políticas de la diferencia no solo como necesidad de resistir” (2004: 21). Vale señalar, que el libro no se limita a presentar un debate teórico, sino que busca explicitar cuales son los fracasos sociopolíticos con el fin de “mirar sus fracasos culturales no solo como resultado de errores o corrupción, de la asfixia que la economía neoliberal impone al juego democrático, sino también como frustraciones teóricas” (2004: 19).
La primera sección del libro (“Mapas) el autor se centra en la búsqueda de espacio de intersección entre las disciplinas (antropología, sociología y comunicación) a partir de la pregunta sobre las condiciones en que se gestionan “las diferencias, las desigualdades, la inclusión-exclusión y los dispositivos de explotación en procesos interculturales” (2004: 43); y la segunda parte (“Miradas”) se centra en presentar la forma en que operan estos movimientos de “organización-desorganización” de la interculturalidad en diferentes escalas.
Dicho esto, el capitulo que inicia la primera sección sirve de eje transversal al conjunto del texto, el cual trata sobre la pregunta sobre la cultura y sus definiciones. El autor identifica dos narrativas principales al hablar de cultura: por un lado, es aquella ligada al pensamiento ilustrado, la filosofía idealista y con un uso coloquial que se basa en la distinción entre cultura y civilización y ha sido utilizada como sinónimo de conocimiento de los grupos dominantes. Esta noción ha sido producto de diferentes criticar siendo la principal que naturaliza la división entre lo corporal y mental; y por otro lado, existen uno usos científicos que se desarrollaron oponiendo el concepto de cultura al de naturaleza y al de sociedad. Cada una de estas opciones tuvo consecuencias políticas, siendo para el caso de la oposición entre cultura y naturaleza el relativismo cultural.
A partir de esta revisión, el autor construye una primera definición operativa de cultura, planteando que esta abarca “el conjunto de los procesos sociales de significación” (2004; 34, énfasis en el original). Esta definición procesual y cambiante de cultura presenta una serie de inconvenientes por lo que es necesaria “ampliarla” insertando un componente sociosemiótico, por lo que debe identificarse las vertientes de esta perspectiva procesual que toma en cuenta lo sociomaterial y lo significante: 1) la cultura como la instancia en la que cada grupo organiza su identidad ( 2004: 35); 2) la cultura vista como una instancia simbólica de la producción y reproducción de la sociedad (2004: 37); 3) vista como una instancia de conformación del consenso y la hegemonía (2004: 37); 4) cultura como dramatización eufemizada de los conflictos sociales. Frente a estas posturas, García Canclini se pregunta como volverlas compatibles, partiendo de la afirmación que no constituyen paradigmas en el sentido estricto, sino que son narrativas. Para buscar una respuesta, el autor propone continuar el trabajo epistemológico de estas aproximaciones para ver las formas de articularas. Asimismo, las transformaciones globalizantes obligan a repensar la definición sociosemiótica de cultura “como procesos de producción, circulación y consumo de la significación de la vida social” (2004: 39) identificando su utilidad y sus limites. En este sentido, el autor retoma la propuesta de Appadurai de considerar la cultura no como sustantivo, sino como adjetivo. Es decir, pasar de la cultura a lo cultural cambiando así el propio objeto de estudio. En este sentido, podríamos afirmar, siguiendo al autor, que la hipótesis que recorre el libro es que los “lugares actuales de lo cultural oscilan entre su concepción social y universal extendida en la primera modernidad y, al mismo tiempo, las exigencias mercantiles impuestas en los últimos años.
Expuesto este “escenario”, el autor presenta un primer intento explicito por articular los procesos en los que se constituye una teoría consistente de la interculturalidad. Estos procesos, comúnmente abordados desde distintas disciplinas, son: las diferencias, las desigualdades y la desconexión. De esta manera, el segundo capitulo parte de la presentación de las teorizaciones de la diferencia tomando como caso representativo los estudios étnicos, para luego centrarse en la propuesta de articulación entre diferencia y desigualdad de Bourdieu y las criticas/modificaciones que esta ha sufrido por parte de personas que trabajaron con este pensador y luego se distanciaron. Plantea evitar tres formas de hablar de la diferencia: 1) empezar desde una teoría de la desigualdad; 2) legitimar únicamente enfoques surgidos de una experiencia particular; conceptualizaciones provenientes de una experiencia histórica que plantean como rígidas y generalizables, y por lo tanto, corren el riesgo de dogmatizarse. Así, el autor plantea que las tres direcciones teóricas (diferencia, desigualdad, y desconexión) corresponden a la yuxtaposición de temporalidades presentes en la región Latinoamericana.
El capitulo tercero se centra en dos autores centrales en la teoría social como son Bourdieu y Geertz, con el objetivo de “encarar algunos dilemas del trabajo científico confrontándolo con lo que podríamos llamar la “epistemología” implícita de los shoppings y los medios” (2004: 83, énfasis en el original). Otro objetivo, es plantear el problema de la subjetividad y objetividad del conocimiento en relación a las configuraciones institucionales. En relación a cada uno de estos dos autores, García Canclini realiza una breve presentación de los principales elementos de sus propuestas teórico-metodológicas para luego señalar como estas propuestas es entrecruzan. Esto le permite a García Canclini enfatizar la importancia que plantear las intersecciones como espacios privilegiados de investigación y la interculturalidad como espacio revelador de los tiempos de globalización. En este sentido, el científico social puede “mediante la investigación empírica de relaciones interculturales y la critica auto reflexiva de las fortalezas disciplinarias, intentar pensar ahora desde el exilio” (2004: 101).
Entonces, la antropología no solo debe enfrentarse a los efectos de la globalización en la medida de su metodología y objeto de estudio, sino que esta redefinición obliga a repensar la propia perspectiva disciplinaria. Este punto se aborda en el cuarto capitulo donde el autor presenta una reflexión en torno a “los limites de los debates epistemológicos y políticos posmodernos que situaron en la construcción de los textos etnográficos los conflictos de la interculturalidad. En este sentido el autor se centra en tres aspectos: respecto al antropólogo como escritor el autor plantea tres operaciones necesarias para que la antropología salga de la condición de simulacro a la que se ha visto reducida producto de diversos debates posmodernos y así logre asumirse como construcción del objeto de estudio. Estas operaciones serian: problematizar e incluir dentro de la investigación la interacción cultural y política entre antropólogo y sujeto estudiado; suspender la pretensión de totalización; recrear en el texto la multiplicidad de “voces”. Un segundo aspecto es la necesidad de no aislarse dentro del análisis textual, sino que se debe dar paso a la crítica socio institucional. En tercer lugar, respecto al trabajo de campo, el autor presenta el cambio que se ha producido al pasar del trabajo de campo entendido en su “forma clásica”, y los nuevos objetos de estudios y recursos conceptuales que plantean la posibilidad del ejercicio de investigación en un “nosotros. Sin embargo, como plantea el autor, estas “nuevas investigaciones” deben tomar en cuenta la diferencia sin excluir la desigualdad, mientras que paralelamente trabaje procesos “empíricamente localizables que no los desconecte de redes transnacionales, un saber atento a la voz de los actores sin que por eso disimular las condiciones institucionales que lo legitiman o financian” (2004: 118). El recorrido expuesto en este capitulo, García Canclini lo vuelve a realizar en el siguiente capitulo pero en relación a los estudios culturales. En este caso, parte de la diferenciación de los estudios culturales latinoamericanos, anglosajones y europeos para situarse en la intersección de estos tomando en cuenta las desigualdades en la distribución y comunicacional. De esta manera, el autor argumento como la agenda inaugural de los estudios culturales se ha vuelto cada vez mas fragmentaria, por lo que el actual reto de esta perspectiva transdiciplinaria es intentar “encontrar sentido de las huellas inscriptas por esos fragmentos sobreviviente” (2004: 128).
El siguiente capitulo abre la segunda parte del libro (“Miradas) en donde el autor intenta presentar y proponer un debate sobre los argumentos presentados anteriormente a partir de experiencias/ejemplos/situaciones. De esta manera, en el sexto capitulo el autor presenta una reflexión en torno a las dificultades y efectos presentes en los intentos de designación de “América Latina”. En este sentido, el autor parte de la identificación de tres estrategias utilizadas en ciencias sociales y humanas para designar y comprender lo que se sucede en este territorio sociocultural: a) nominalismo exhaustivo; b) “identificar los nombres fundamentales de las identidades, y declarar, desde el relativismo filosófico y antropológico, que todos son validos” (2004: 133); c) el cadáver exquisito Dicho esto, el autor propone una cuarta estrategia, a la cual es el trabajo interdisciplinario y donde el autor se alinea. Esta perspectiva no solo supone una forma de preguntarse e investigar respecto a este territorio sociocultural, sino que también incluye una propuesta política en tanto interesa “lo latinoamericano como un horizonte donde dejar de ser minorías aisladas y proyectos inconexos” (2004: 144). El siguiente capitulo busca responder las preguntas que surgen en torno al sujeto a partir de la siguiente pregunta: “¿Cómo avanzar desde la sospecha necesaria para librarnos de afirmaciones ingenuas de la subjetividad hacia el trabajo reconstructivo indispensable para dar solidez a ciudadanías posibles? ¿Qué tareas de investigación, teóricas y políticas se necesitan?” (2004: 147). El autor hace un balance de los debates que han surgido en torno a la categoría de sujeto con un doble objetivo en mente: por un lado, revalorar estas contribuciones inscribiéndolas en una perspectiva de larga duración; y por otro, poder sugerir líneas de investigación que sirvan para repensar lo subjetivo en condiciones “posmodernas” y de globalización. De esta manera, el autor propone incluir la interculturalidad como un elemento constituyente en la configuración del sujeto, así como incluir el lugar desde el cual el sujeto habla. En este sentido, esta reflexión le permite al autor, una vez mas, afirmar que la investigación no debe situarse en un sujeto especifico, sino en las intersecciones, “en los lugares donde los sujetos pueden hablar y actuar, transformarse y ser transformados” (2004; 166). El siguiente capitulo se centra en la categoría de culturales juveniles para especificar y contextualizar la forma en que se aborda una averiguación sobre el sentido intercultural del tiempo y en que sentido está constituye una pregunta social.
A continuación, el autor retoma las estrategias sugeridas para repensar la noción de sujeto, y en el capitulo 9 aborda las formas de construcción de “saber” partiendo de la importancia de incluir en el centro de esta producción a la interculturalidad. Para esto, García Canclini presenta dos “campos estratégicos” en los que se “juegan los compromisos recíprocos entre diversidad cultural y sociedades del conocimiento: hegemonía del idioma ingles en la producción, circulación y apropiación de los saberes; y la interacción entre tecnologías comunicacionales, formas de conocimiento y estructuras de poder económico y cultural. (2004: 184). El ultimo capitulo se centra se centra la articulación de tres hipótesis a partir de la circulación y recepción de productos culturales latinoamericanos en circuitos transnacionales, centrándose en el campo cinematográfico. Estas tres hipótesis son: 1) la globalización desglobaliza; 2) las minorías no solo existen al interior de una nación sino también de forma transnacional; 3) es necesario distinguir minorías demográficas y minorías culturales. A manera de conclusión el autor presenta un “Epilogo” en donde trata dos asuntos: el papel del Estado y de las políticas de poder, y la articulación entre lo real y lo imaginario en las relaciones interculturales.
De los temas presentados en este texto, nos gustaría centrarnos en una pista de investigación que el texto plantea el cual tiene que ver con la forma de que debe ser repensada la ciudadanía y los cruces entre política y cultura. En este sentido, resulta evidente que la ciudadanía no tiene que ver solo con los derechos clásicos sino con nuevas temáticas, como la identidad, la tecnología (información, comunicación, conocimiento) en la medida en que se puede ejercer mejor la ciudadanía, con el respeto a la diversidad de proyectos de vida, en si, los nuevos planteamientos valorizan hoy día el espacio simbólico y publico, no solo el material. (Hopenhayn, 2001). Es decir, en palabras de García Canclini, el “ser ciudadano no tiene que ver solo con los derechos reconocidos por los aparatos estatales a quienes nacieron en un territorio, sino también con las practicas sociales y culturales que dan sentido de pertenencia y hacen sentir diferentes a quienes poseen una misma lengua, semejantes formas de organizarse y satisfacer sus necesidades” (1995: 19).
Así, resulta necesario replantear la ciudadanía como estrategia política, para así poder incluir las prácticas emergentes no consagradas por el orden jurídico. Esto supone tanto reivindicar los derechos de acceder y pertenecer al sistema sociopolítico como el derecho a participar en la reelaboración del sistema, es decir, definir por tanto aquello en lo cual queremos ser incluidos. En este sentido, el autor va a buscar elaborar un marco conceptual que piense la ciudadanía como estrategia política, donde se considere al consumo cultural como una dimensión de la ciudadanía. (sobre consumo cultural ver: García Canclini 1991, 1993 y 1995).
De esto se deriva la necesidad de pensar la ciudadanía en los nuevos cruces y articulaciones entre cultura, política y desarrollo en cuatro aspectos: las brechas entre integración material e integración simbólica en la nueva fase de modernización latinoamericana; el campo de la industria cultural como espacio central de disputa por la integración y hegemonía cultural; las asimetrías simbólicas de la globalización cultural y los problemas de integración/subordinación cultural que ellas suponen y, finalmente una reflexión sobre la ciudadanía en las tensiones igualdad – diferencia que se dan hoy. (Hopenhayn, 1996). Lo político de la cultura no solo pasa por una lucha entre identidades, sino ante todo por una lucha de subordinación entre nacionalización y subjetividad, o bien entre ratio y sentido, o bien entre racionalidad económica y racionalidad cultural. “La culturas son rescatas del silencio para luego ser masticadas por el ruido mediático”. En las industrias culturales (donde confluye la lógica de economía y el mundo de la cultura) se juega hoy el principal resorte de poder en el escenario de posguerra fría: el poder de los símbolos y de las ideas. (Ver Hopenhayn, 1994 y 1999).
Sin detenernos en las ambigüedades presentes en la postura de Hopenhayn respecto a la forma en que aborda los efectos que tiene los medios de comunicación masiva en los sujetos, podemos afirmar que su posición respecto a la diferencia no logra el nivel de articulación que plantea García Canclini como estrategia necesaria para construir un mapa de la interculturalidad. Sin embargo, en ambos autores se encuentra presenta la necesidad de repensar la relación entre cultura y política a través –principalmente- de la categoría de ciudadanía. A manera de conclusión podemos plantear la importancia de ubicar estas intersecciones a las cuales alude García Canclini, para poder encontrar respuestas a las preguntas respecto a la diversidad. Una de las principales intersecciones de nuestros tiempos son las industrias culturales, como espacios de articulación de distintos niveles de lo “social”. En este sentido, mas allá de los comentarios puntuales y/o generales que pueden realizarse respecto al texto trabajado, es necesario tomarlo como pistas, como la apertura a un conjunto de interrogantes de las que este autor solo señala uno de los posibles caminos para abordarlo, pero deja construido un conjunto de elementos para realizar estos diversos tránsitos.
Bibliografía.
García Canclini, Néstor. (2004). Diferentes, Desiguales y Desconectados. Mapas de la interculturalidad. Ed. Gedisa. Barcelona.
García Canclini, Néstor (Coord.). (1993). El consumo cultural en México. Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. México.
García Canclini, Néstor. (1995). Consumidores y ciudadanos. Gribaljo. México.
García Canclini, Néstor. (1991). “El consumo sirve para pensar”. En: Diálogos de la comunicación Nº 30.
Hopenhayn, Martín. (2001). “Viejas y nuevas formas de ciudadanía”. En: Revista de la CEPAL, No. 73. Santiago de Chile.
Hopenhayn, Martín. (1999)¿Integrarse o subordinarse? Nuevos cruces entre política y cultura. Documento de trabajo presentado en el Grupo de trabajo CLACSO “Cultura y transformaciones sociales en tiempos de globalización. Caracas.
Hopenhayn, Martín, Ni apocalípticos ni integrados, Aventuras de la modernidad en América Latina, Fondo de Cultura Económica, Chile, 1994.
Hopenhayn, Martín; Calderón; Fernando y Ernesto Ottone. (1996). Esa esquiva modernidad, desarrollo, ciudadanía y cultura en América Latina y el Caribe, UNESCO – Nueva sociedad. Caracas.